Tal vez la v5 sea la última versión en la que aparezca Totti así que, si no les molesta, me gustaría hacerle un pequeño homenaje.
Amor, injusticia y eternidad: las tres caras
Si en Unifutbol las medias se midieran no por rendimiento y capacidades sino por fidelidad a un mismo equipo, Totti no tendría el 80 que hoy luce, sino que lo más factible es que ostentaría un modesto 99 en las filas de su amada Roma. Pero, como sabemos, el futbol hoy en día es algo menos que injusto.
Catalogado como uno de los mejores de la historia (por el mismísimo Pelé, ni más faltaba) comenzó su carrera muy pequeño, a los siete años, en filiales numerosas de la Roma hasta que recaló en las categorías oficiales del equipo Giallorossi. Nadie, seguramente ni él mismo, puedo haber asegurado que aquel muchacho delgado, con nariz griega, de ojos de un profundo azul, con algunos rizos sobre la frente y una sonrisa extraña se convertiría en la leyenda más grande del club de la ciudad eterna. Sus más de 770 presentaciones y sus más de 300 goles con la camiseta de La Loba lo marcan como una de las pruebas más factibles de que aún existe el amor incondicional.
Y si no es amor ¿qué es? Que algún desprovisto de fútbol durante toda su vida, que alguien que no haya tocado una pelota en toda su existencia me explique con métodos científicos que ese amor es imposible. Seguro perderá el tiempo porque acabara por convencerme aún más con sus argumentos rebuscados de que lo que amarra a ese hombre a esa institución es algo más que simple comodidad, esa comodidad que pudo alcanzar cuando el Real Madrid no sé cuántas veces intentó llevárselo pero siempre renunció a la idea de privarse de ver por muchos años una mañana reflejada en el hermoso Río Tíber, así renunciara a placeres tan grandes como ganar la Champions League y consagrarse con un Balón de Oro.
Probablemente Totti sea un humano extraño y, si estos 25 años que ha estado en la Roma no estuvieran llenos de glorias y bajones, lo más probable es que dudáramos de su humanidad. Representa una antítesis de lo que son hoy, no solo la gran mayoría de futbolistas, sino la mayor parte de la humanidad. Hoy se escupe la mano de quien nos alimenta cuando llega otra mano con frutos más grandes y más sabrosos, y besamos cuarenta mil escudos para representar un honor y un respeto tan vendidos como las mismas zapatillas que suelen promocionar. Totti hizo lo que hoy ningún futbolista quiere: ser el mejor jugador de un club.
Francesco es, a sus 40 años, una muestra impecable de respeto. No creo que nadie desconozca su figura portentosa y sea detractor de su amor infinito. A pesar de no ser la gran figura representativa del fútbol mundial, consiguió ser de los pocos jugadores en la historia que han jugado para un mismo equipo, y que han logrado mantenerse en una primera plantilla por 25 temporadas.
Digo primera plantilla y no titular porque, como sabemos, no representa hoy en día la utilidad de hace algunos años, a pesar de que casi siempre entra para salvar o ganar partidos. Pero ¿quién puede contra el prejuicio de la edad? Gran mayoría de personas coinciden en que un jugador mayor de 32 años ya debería ser exfutbolista, pero desconocen la experiencia que no solo guía las piernas sino también la inteligencia. Para mí, jugadores como Totti deberían retirarse hasta los 50.
«Ya no sirvo en la Roma» dijo hace no mucho tiempo el eterno capitán, que se ha dejado corromper por los comentarios que circundan a sus alrededores, y que lo han hecho tomar la definitiva decisión de retirarse a final de temporada. Esta declaración atravesó como cuchillo en el corazón de varios aficionados de fútbol, de esos que no solo apreciamos la belleza de un gol o lo fabuloso de una asistencia, sino la capacidad de liderazgo sustentada en una amplia carrera con los mismos colores.
Incluso los hinchas de la Lazio, máximo rival del equipo Giallorossi, no se atreven a pronunciar injurias contra «el Gladiador», y prefieren no hablar de aquello porque sus palabras no pueden desconocer que Totti es tan romano como ambos clubes. Cosa parecida pasa en Argentina, en donde muchos hinchas no pueden negar que Román es el mejor jugador de la historia de la liga gaucha, así pertenezcan al enorme grupo de la banda cruzada.
El reto de hoy no consistirá en ser el mejor del mundo, ni ganar el mundial de clubes, y ni siquiera continuar con la cantera en una odisea propia, sino seleccionar a la Roma como equipo en el juego y darle a Totti una despedida digna, como se merece, e intentar, no digo lograr, alzarse con el último Escudetto de la gran leyenda de la Ciudad Eterna, y convertir este suceso, tan palpable, en la última proeza de Totti en Unifutbol.
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